miércoles, 16 de junio de 2010

El matemático Grigori Perelman no acude a recoger su premio de un millón de dólares

El  matemático Grigori Perelman no acude a recoger su premio de un millón de  dólaresWASHINGTON y MADRID (AP y AFP).- "Todo el mundo entiende que si la prueba [de mi demostración] es correcta, no es necesario reconocimiento alguno", declaró ayer a la revista The New Yorker el matemático ruso Gregori Perelman, que por su resolución de uno de los problemas abiertos más importantes de la matemática ganó y rechazó la Medalla Fields, considerada el Nobel de matemática, además del millón de dólares que ofrece por su resolución el Instituto Clay.

Perelman, que no concurrió a la ceremonia realizada ayer en el XXV Congreso Internacional de Matemática, en Madrid, explicó que temía que ganar el galardón lo obligara a hablar "de temas como la ética en la comunidad matemática".

Este premio "no tiene interés para mí", declaró a la revista estadounidense. Perelman es especialista en topología, una rama de la matemática que estudia las formas y afirma que existen pocas diferencias entre un círculo y una elipse o, por ejemplo, una esfera y un conejo.

El matemático ruso resolvió un célebre enigma planteado en 1904: la conjetura de Poincaré, que durante más de un siglo apasionó a los especialistas. El problema sobre el espacio tridimensional sostiene que no se puede transformar un anillo en una esfera sin romperlo, pero que cualquier forma sin un agujero central se puede convertir en una esfera.

Perelman comentó a The New Yorker que sir John M. Ball, presidente de la Unión Matemática Internacional (UMI), que otorga la Medalla Fields, le propuso tres opciones: aceptar (el premio) y asistir (a la ceremonia en Madrid); aceptarlo, no asistir y recibir la medalla más tarde, o no aceptarlo.

"Desde el principio le dije que había optado por la tercera propuesta", subrayó el matemático, de 40 años, conocido como Grisha.

Serge Rukshin, su ex maestro y supervisor científico, comentó que éste aparentemente no tiene interés en las medallas ni en el dinero, sino sólo en el conocimiento. "Grigori es un científico muy dedicado en el sentido más puro de la palabra. Cree que lo más importante es que el problema ya está solucionado", declaró a The Associated Press en San Petersburgo, donde se cree que viviría Perelman con su madre.

El presidente de la UMI, por su parte, afirmó ayer en una conferencia de prensa que a Perelman se lo sigue considerando ganador de la Medalla Fields. "Lamento que haya declinado aceptarla", dijo Ball, que pasó dos días en San Petersburgo intentando convencer al matemático de aceptar el premio.

Aunque las razones para el rechazo de Perelman son inciertas, la prensa especulaba ayer con que el brillante científico estaba dolido por no haber sido reelegido en diciembre último como miembro del Instituto Matemático Steklov, de San Petersburgo.

La conjetura de Poincaré es tan difícil de resolver que el Instituto Clay, de los Estados Unidos, la consideró en 2000 uno de los siete "problemas del milenio" y prometió un millón de dólares a quien lograra resolverlo.

Hasta ahora, Perelman es el único que logró resolver uno de esos siete problemas, y su solución está a punto de ser comprobada tras años de estudios a cargo de tres equipos matemáticos diferentes.

Pero Perelman no fue el único galardonado ayer por la UMI. El rey Juan Carlos de España, que presidió la ceremonia, entregó medallas Fields a los matemáticos Terence Tao (Australia), Andrei Okounkov (Rusia) y Wendelin Werner (Francia).

Werner, nacionalizado francés, nació en Alemania en 1968 y se especializó en el terreno de las probabilidades. Profesor en el Departamento de Matemática de la Universidad París-Sur y en el Instituto Universitario de Francia, la UMI reconoció a Werner su contribución al desarrollo de la evolución estocástica de Loewner, la geometría del movimiento browniano de dos dimensiones y la teoría conforme de campos.

Okounkov (de 37 años) fue premiado por sus contribuciones en la interacción entre la teoría de las probabilidades, la teoría de la representación y la geometría algebraica.

El premio para Tao, de 31, es por sus contribuciones a las ecuaciones en derivadas parciales, combinatoria, análisis armónico y teoría de números, afrontado todo con "una originalidad fuera de lo común y una gran espontaneidad".

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